lunes, 15 de septiembre de 2014

Viejos amigos, viejos recuerdos

Después de la junta de ayer me quedé pensando en el pasado. No en hace uno, dos o cuatro años, sino en hace diez, once, doce años atrás, incluso más.

Conversamos, comimos ¡Qué buenas historias contamos! Tantas cosas que había olvidado y que volvieron a mi mente de súbito. Juegos de rol, cartas, Nintendo 64, rin-rin raja, escondidas, pinta, dunas, so, bicicletas, skates. Buenos tiempos, pocas preocupaciones, largos veranos, exquisitos feriados. Días en los que lo único que importaba era qué íbamos a hacer hasta medianoche, hora en la que teníamos que estar en nuestras casas. 

Actualización de nuestras vidas, envejecimiento, risas y risas, como si nunca nos hubiéramos dejado de ver o hablar. Esa sensación extraña, que duró un segundo mientras caminábamos para ir a almorzar. Esa sensación que recuerdo haber sentido hace 12 años, pero levemente distinta. Más madura, más centrada, algo reprimida. Luego olvidada con el pasar de la tarde, de los años recordados, de las memorias desenterradas y desempolvadas. Pasó rápido y concordamos en que nos faltó tiempo, y en que no es necesario dejar de verse por 8 años para pasar un buen rato junto a una vieja amistad, una de esas que se arraigan con raíces enormes y por las cuáles parece que hubiera pasado menos tiempo desde el último encuentro.

Nuestro pasado, hace 12 años. Fueron tiempos difíciles, tiempos cuáticos. Adolescencia, despertar, dudas, búsqueda. Desperdicié una buena oportunidad a mi corta edad a causa de mi inmadurez. Ayer comencé a cuestionar ciertas cosas de ese pasado alejado. ¿Y si no me hubiera dejado llevar por el momento? ¿Si no me hubiera dejado llevar otra vez? Quizás la historia de hoy sería diferente. Recuerdo ese momento, después del verdad o castigo, la penitencia que cambiaría todo ese verano. Un deseo de años vuelto realidad gracias a un juego. ¡Qué mejor! Me cuesta recordar el después, lo que pasó con mi mente, con mis pensamientos. ¿Por qué le pusimos fin? Recuerdo que fueron diferencias personales, pero de parte de ambos. Personalmente no sufrí a pesar del esfuerzo previo, y creo que tú tampoco. Hay algo en mi interior que me dice que la verdadera razón implícita la sabíamos en nuestro interior: falta de confianza. Eso no iba a cambiar en el corto plazo.

¿Y ahora? Recuerdos, juegos, re-descubrimiento... ¿Complicidad? Quizás, quizás...

No hay comentarios:

Publicar un comentario